Campo de Galovic

Más allá de los terrenos de Clevermont College se alza el estadio de Galovic, el deporte mágico de grandes y chicos. Al adentrarse en él, la magia de éste empieza a revivir el pasado del juego, que identificó profundamente a la América mágica.

Un campo extenso, de césped artificial y encantado para permanecer siempre húmedo, se puede observar nada más al entrar. Si mantienes la vista al frente, verás que el campo está cercado con muros de piedra de no muy exagerada altura, para la protección de los espectadores por los posibles peligros dentro del campo.

Como en todo estadio de Galovic, los Portales (cilindros de mallas) forman la parte escencial del lugar, uno de mayor diámetro que el otro, sostenidos por fuertes y largos palos de siete metros de altura. Un par a cada lado del campo y para cada equipo. Un número de atalayas escoltan las gradas, en donde el profesorado y personas forasteras de alto rango se sitúan para observar los partidos que se viven en nuestro querido College.

En las gradas es donde nuestras porristas hacen su número especial; en donde nuestro comentarista ofrece todas las posibles críticas del partido, y en donde te encuentras tú, vistiendo los colores del equipo de tu casa.

Hacia el costado suroeste del campo de Galovic, precedido por un grisáceo pasillo de piedra, se asoma la puerta que abre paso a los vestuarios utilizados por los jugadores de Caeruleum. De la misma manera, en los lados norte y sureste, se encuentran los vestuarios de Smaragdium y Phoenîceum, respectivamente.

En su interior, encontrarás todo lo necesario para que tú y tu equipo puedan prepararse adecuadamente antes y después de cada partido. Los muros quedan ocultos detrás de las hileras de casilleros cerúleos de acero inoxidable, donde podrás guardar todo tu equipo de juego sin temor de que algo pueda pasarle, ya que tienen un encantamiento impermeabilizador. Cada jugador, titular y suplente, cuenta con un casillero personal.

En el centro de los pasillos, se extienden las bancas de madera de nogal donde los jugadores descansan, se cambian, y a menudo duermen después de un agotador partido. Si no perteneces al equipo pero deseas darles tu apoyo a los jugadores antes de un encuentro, asegúrate de que el capitán acepte recibir visitas a sus titulares.

¿Y eso que se divisa en uno de los extremos del campo? ¿Es un avión? ¿Es un ovni? ¡No! La primera escoba aparece despertando el griterío y bullicio de los espectadores. Algunos gritando hasta dejarse la garganta, otros agitando como pueden sus pancartas y, por supuesto, los dos comentaristas que, entre el gentío, intentan narrar fielmente el partido. Las cartas están echadas; solo podrá quedar victorioso un equipo. Así que toma asiento, si es que aún quedan huecos libres, y disfruta del espectáculo.

¡Madre mía! ¡Empezó el partido! Mira con atención todo lo que ocurre aquí, pues la aventura, acaba de comenzar.