Exteriores

Exteriores

Fuera del edificio el panorama no deja de ser asombroso. Pues durante los trabajos aquí realizados, la frondosa extensión de árboles se hizo retroceder lo suficiente como para asegurarse de que la construcción contase con una considerable extensión de terrenos abiertos. Junto al invernadero del College que se sitúa del lado este del edificio, un arroyo procedente de un extenso camino a través de esos verdes terrenos separa los jardines adyacentes de la arboleda fértil que se ha conservado de la abundante fauna que caracterizó a esta área desde sus inicios. Hacia el oeste, el imponente campo deportivo se alza con la misma magnificencia impoluta que emana el edificio. Y las maravillas no terminan. Solamente sus afortunados alumnos y trabajadores contarán con el privilegio de gozar con estas zonas en que la pareja Carmichael nada permitió disponerlo al azar.

Arboleda

En las inmediaciones del arroyo, un conjunto sinuoso de árboles rodea los caminos de terracota. Es un sitio muy agradable para visitar por las tarde. En la parte oeste todavía podrás encontrar la morada de Ásbjörn, el centauro que impartía clases de CCM antes de su fallecimiento.

Los árboles se tornan anaranjados en el otoño, que es el momento en que las hojas comienzan a caer. Así forman un precioso espectáculo para la vista, contrastando con el fuerte color verde de la hierba.

Arroyo del puente

Descendiendo por los terrenos hacia la parte sur, aproximadamente a doscientos metros del edificio, se extiende un arroyo de agua cristalina que no supera los treinta pies de largo. A sus orillas, se extiende la hierba verde, prolijamente cuidada por el personal del colegio. Un puente de piedra, construido hace poco más de un siglo, permite el paso hacia el otro lado, donde las inmediaciones del colegio continúan por unos cientos de metros a la redonda.

Entrada principal

Una enorme puerta de hierro, dotada de numerosos detalles hechos a mano por los duendes más viejos, es la que recibe cada año a los nuevos y viejos alumnos del College. En el tercio superior, se encuentra tallado en oro el escudo del colegio, adornado por numerosas enredaderas doradas. A sus costados, dos grandes columnas de hierro resguardan los dos faroles, que son iluminados mágicamente por las noches. Durante el invierno, la puerta toma mágicamente un color cristalino similar al hielo que acompaña las nevadas.

Huerta

¿De dónde proceden los deliciosos ingredientes con que se preparan los manjares de Clevermont? Aquí se producen los vegetales más frescos y jugosos que puedas imaginar, bajo el cuidado de la profesora Monroe y su ayudante de turno. Si realizas tu recorrido por estos lugares a la hora de riego, quizás recibas algún producto de la cosecha como regalo.

¿Te diste cuenta del tamaño de esas papas? Solo los mejores hechizos de conservación y crecimiento pueden lograr semejantes resultados.

Invernadero

Unos metros más allá del arroyo, el invernadero te espera para darte la más cordial bienvenida con un sinfín de plantas. Puedes encontrar de toda especie, muchas de ellas son peligrosas, por lo que debes andar con mucho cuidado por aquí. La responsabilidad de cuidar este sector recae en la atareada profesora Monroe y su ayudante.

La entrada es libre a toda hora, y si vienes en la mañana, seguro que la profesora te pedirá ayuda para regar sus hermosos tulipanes.

Jardines adyacentes

Junto a la construcción del College, rectángulos de hierba cuidada mágicamente se disponen de forma geométrica. Pequeños parterres de flores rodean al quiosco de estilo renacentista que se encuentra en el medio del lugar, al igual que a una pequeña fuente situada en uno de sus laterales.

Un pequeño grupo de jardineros mágicos se ocupa de su cuidado. Procura no arruinar su bella naturaleza o desatarás no sólo el enojo de los empleados, sino también la ira del director.

Ombú gigante

Antes de la construcción de Clevermont, el ombú ya tenía sus raíces profundamente arraigadas a esta tierra fértil. Muchos dicen que se trata de un ejemplar milenario, redoblando el tamaño tradicional de sus hermanos. Si te fijas bien, descubrirás que sus ramas ocultan una sorpresa maravillosa. Luego de unos cuantos peldaños adosados a su tronco esponjoso, una desarmada pero acogedora casa del árbol espera a ser visitada.

¡Ten cuidado con sus raíces! Hay quienes afirman haberlas visto moverse.

Pérgola

Durante un corto trayecto del sendero arbolado, descubrirás una construcción fabricada con la mejor de las maderas, laboriosamente barnizada. Sus pilares están cubiertos por tallados alusivos a la naturaleza, con diversas flores en relieve. Sobre el techo, miles de plantas trepadoras se entrelazan para proteger del sol a los paseantes.

Es una gran alternativa para llevar a tu pareja. Al atardecer, el efecto que producen los rayos del sol que escapan de cada ramita de parra, es simplemente mágico.

Quiosco

Casi al centro de los jardines adyacentes, se encuentra un solitario y tétrico quiosco, en donde en más de una ocasión se ha iniciado una larga relación amorosa, como también se ha realizado el rompimiento de ella.

Es perfecto para los días soleados, en donde te puedes acurrucar en su interior para leer un buen libro mientras un fresco viento corre para mejorarte el día.

Pero cuidado, fíjate si el quiosco está ocupado antes de entrar. No querrás presenciar una escena vergonzosa.

Sendero arbolado

El colegio no consta de una única entrada. En la parte trasera del mismo, se extiende un sendero de árboles de tronco fino y hojas rosadas, que lo comunica con una salida secundaria.

Este camino es el sitio ideal para dar un paseo vespertino, rodeado de naturaleza y color. Es el lugar predilecto de las parejas enamoradas que huyen del bullicio del colegio al caer la noche.